¡Cuántos ciegos y sordos vagan por el mundo dando la espalda a ágiles almas que buscan fusión! Dulces encuentros nos esperan en una esquina que tal vez no cruzamos por esquivar nuestra mirada inundada de temor, prejuicios y desconfianza. Somos energía y nos alimentamos de ella. Otras almas pueden darnos ese alimento que a veces buscamos ansiosamente en muros extraviados. No siempre las alas se despliegan, no siempre los magos hacen conjuros de poder, no siempre los soles brillan fuertes. Todos somos uno, partes de un rompecabezas enorme que algún día, en alguna dimensión, nos uniremos. ¡Juguemos y juguemos!
Me sacó de mis reflexiones un enano que pasó caminando frente a nosotros. Observé sus piernas y brazos cortos como los de un muñeco y su cabeza grande. La gente lo miraba como culpándolo por ser diferente. El caminaba como arrastrando sobre sus hombros años de lucha.
Me entristeció nuestra esclavitud material, la mediocridad frente a los cuerpos diferentes, la idolatría a la belleza física.
¡Cuando nos liberaremos de esta piel y volaremos libres de pesados escrúpulos! ¡Cuando veremos esa esencia cubierta hoy por carne y hueso! La verdadera luz se esconde dentro de nuestros cuerpos. Pero no estamos preparados para ver lo esencial. Nos dividimos, somos prisioneros de ropas y modas, mediocres monstruos temerosos de la diferencia.